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Sem. Arquitectura en Colombia - 8vo - Vivienda Social

NOMBRE CURSO: Seminario de Arquitectura en Colombia
PROFESOR: Maarten Goossens
 
ESTUDIANTE: Daniel Felipe Saavedra Barbosa
 
PRESENTACION CURSO: Este curso hace parte del ciclo complementario del programa de Arquitectura y del área de Historia, Teoría y Crítica. Se centra en la comprensión del escenario de actuación del arquitecto colombiano y la construcción de una actitud crítica hacia él. Esto se hace mediante el estudio las ideas y obras arquitectónicas en relación con los procesos de construcción cultural y física del territorio, tanto en la historia reciente (siglo XX) como en la actualidad.
 
Los ejercicios individuales, en los que los estudiantes desarrollan un texto investigativo sobre una tendencia que se hace evidente en el siglo XX y otro argumentativo que explora una tendencia en la actualidad, buscan que el estudiante se aproxime de manera crítica a los discursos, las obras y la historiografía de la arquitectura en Colombia. El curso hace énfasis en la importancia de estudiar la arquitectura desde su presencia en la ciudad, además de los discursos teóricos asociados.
Finalmente, le da una importancia a las discusiones colectivas en clase, durante las cuales se busca la reflexión sobre el papel del arquitecto en la sociedad colombiana.
 
Los dos procesos investigativos (historia y actualidad), combinados con otros ejercicios breves, recorridos y los debates en clase, apuntan a una construcción colectiva de conciencia crítica frente a la realidad construida, con el fin de que el estudiante –futuro arquitecto- ejerza su profesión de manera consiente, responsable y ética.
 
 
 
Ejercicio de Investigación: Vivienda Social en Colombia
LA VIVIENDA DE INTERÉS SOCIAL ESTÁ SUJETA A LAS DINÁMICAS DEL MERCADO INMOBILIARIO.
 
Desde principios del siglo pasado, el crecimiento demográfico acelerado en Colombia, especialmente en las ciudades capitales, ha generado un déficit de unidades habitacionales, que hasta nuestros días no se ha resuelto a cabalidad. Lo que en algún momento fue una responsabilidad impulsada mayormente por entidades gubernamentales, hoy en día está a cargo de entidades privadas. El Estado pasó de ejecutor de las políticas de vivienda a regulador, benefactor de la población con subsidios económicos. En la actualidad la vivienda de interés social está regulada y sujeta a las dinámicas del mercado inmobiliario, a las dinámicas de la economía privada.
 
Desde los años 20 hasta finales de los años 60’s el Estado Colombiano fue el principal ejecutor de las políticas de vivienda social; entrado los años 70’s la dinámica cambia, cuando se inicia un proceso en el cual el sector privado asume la responsabilidad en la construcción de la vivienda. Fique (2005) afirma:
 
            “El periodo inicial de la intervención estatal institucional en el sector vivienda en            Colombia se caracterizó en los años 30 y 40 por la intención de modernizar la vida rural y        urbana, en los 50 por la percepción de la vivienda como problema social en los 60 por la           concepción de la acción estatal en el sector como moderador de las contradicciones     sociales (…) En la década de los 70 el Estado introdujo un nuevo criterio en su actuación        en el sector: el impulso al desarrollo económico. En consecuencia, la construcción en       general y especialmente la de la vivienda, se convirtió en el sector líder de la inversión del capital financiero y un instrumento para impulsar la economía y combatir la recesión”    (pág. 209-210)
 
Mientras el Estado fue el ejecutor de las políticas de vivienda se evidenciaron grandes avances tanto arquitectónicos como urbanísticos. Entre los ejemplos más representativos encontramos los barrios Modelos, política que se desarrolló a nivel nacional, en el caso de Bogotá el Barrio Modelo Norte, barrio Veraguas, Los Laches, Muzú, Centro Urbano Antonio Nariño, CUAN, Ciudad Techo, hoy conocida como Ciudad Kennedy, Polo Club, Conjunto Residencial el Parque, o también llamadas Torres del Parque y Edificios de la Calle 26, entro muchos otros ejemplos. Ya para los años 70's el estado da privilegio a la economía, posicionando la construcción de vivienda como elemento representativo. Esta situación genera un deterioro en las calidades arquitectónicas y urbanísticas a largo plazo en los proyectos de vivienda, tal como evidenciaremos.
 
La incursión del sector privado en la construcción de vivienda se dio mediante las políticas del Sistema de Unidad de Poder Adquisitivo Constante, UPAC. Mientras se implementaba esta nueva política el gobierno continuaba con algunas políticas de vivienda con sus diferentes entidades, tales como el Instituto de Crédito Territorial, ICT, y el Banco Central Hipotecario, BCH, y las cuales consistían en planes de vivienda, urbanización de terrenos, construcción de unidades vecinales con servicios comunales, rehabilitación de sectores en decadencia, programas de desarrollo progresivo en zonas subnormales, entre otros, para suplir el déficit habitacional que ya era evidente en el territorio colombiano.
 
Sin embargo, con el transcurso del tiempo el gobierno inicia un debilitamiento de entidades gubernamentales. “El ICT entró en un proceso de desfinanciamiento crónico, agudizado por una crisis administrativa que en 1991 llevó a convertirse en otra entidad, posteriormente encargada de las políticas de viviendas” (Pizano, 2005, pág. 26). Poco a poco el Estado Colombiano fue delegando esta responsabilidad al sector privado, a tal punto en que es éste, el privado, tiene mayor participación e injerencia en las políticas de vivienda.
 
El encarecimiento de la vivienda ya era un problema que se venía presentando, y el cual se acentuó más con el transcurso del tiempo. Esta situación se debió a diferentes razones, entre los cuales podemos considerar el costo de la tierra, regulado no por el estado sino por el mismo mercado; la oca oferta de tierra y los costos asociados a la preparación de las tierras para su urbanización, es decir, la implementación de redes de servicio e infraestructura vial en terrenos sin estas características, entre otros. De acuerdo a Fique (2005):
 
            “Para sus programas mínimos el ICT tuvo que acudir a las peores y más lejanas tierras     suburbanas, en busca de los precios mínimos. Pero, como era de esperar, su equipamiento          para hacerla aptas y con mínimas condiciones de habitabilidad resultó sumamente      costoso. En múltiples casos se estableció una relación de 1 a 3 (y hasta de 1 a 4) entre el           precio de la tierra bruta y sus costos de equipamientos, con redes elementales de pésimas           especificaciones. y con frecuencia los costos de la tierra pasaron del 10% hasta el 30 o    40% del total de la inversión (...) , reduciendo considerablemente las inversiones en la    misma edificación, con el esperado resultado sobre la calidad de estas y una agravación de       las condiciones de habitabilidad” (pág. 210-211)
 
Esta problemática que se venía presentando antes de la coyuntura de los años 70’s se acentuó aún más cuando el sector privado se encargó de suplir las necesidades habitacionales, pues el costo total, no sólo, tiene que cubrir gastos de urbanización del terreno, sino que también cubre los costos financieros y utilidades del mismo constructor. Para la época, años 70’s, sólo el 44% del costo total de la vivienda corresponde a la construcción propiamente dicha. (Pizano, 2005).
 
Teniendo en cuento el problema del alto costo de la tierra, el Estado Colombiano emprende unas políticas para poder dar solución. En el caso de Bogotá D.C. es representativo la creación de Metrovivienda, empresa industrial y comercial del Distrito Capital, la cual tiene como objetivos principales la gestión de tierra urbanizable para la construcción de Vivienda de Interés Social, VIS, y Vivienda de Interés Prioritario, VIP, y promover la organización comunitaria de familias de bajos ingresos para facilitar su acceso al suelo destinado a la vivienda.
 
Para lograr dichos objetivos, ésta empresa cuenta con mecanismos jurídicos que le permiten realizar proyectos de reajuste de tierras, o coordinar la cooperación entre partícipes; recibir, habilitar y administrar inmuebles fiscales del Distrito Capital destinados a proyectos de Vivienda de Interés Social; contratar el diseño, construcción e interventoría de obras de infraestructura para la adecuación de predios; expropiación en favor de entidades públicas o de personas naturales o jurídicas del sector privado que garanticen la construcción de vivienda de interés social prioritario; canalizar los subsidio familiares de vivienda para programas de vivienda de interés social y vivienda de interés social prioritario promovidos por la Nación, el Departamento y el Distrito; y velar por el cumplimiento de las normas mínimas urbanísticas, arquitectónicas y técnicas, por parte de los desarrolladores de los proyectos promovidos por la entidad. (Secretaria General de la Alcaldía Mayor de Bogotá D.C (1998). Recuperado de http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=932 )
 
Anterior a la creación de Metrovivienda, el estado ya había promulgado diferentes normas para resolver las problemáticas de subnormalidad de la vivienda. Entre las leyes más relevantes encontremos la Ley 88 de 1947, también llamada "Ley de fomento al desarrollo Urbano" y la cual determinaba definir un "plano regulador" para las ciudades, organizar las ciudades a través de alineación urbana y realización de un plano general. (Secretaria General de la Alcaldía Mayor de Bogotá D.C (1947). Recuperado de http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=8226 ); Ley 61 de 1978, también llamada "Ley Orgánica del Desarrollo Urbano" y la cual permitía orientar a las instituciones jurídicas y la intervención del estado hacia el propósito fundamental del mejoramiento económico, social, cultural y ecológica de las ciudades y donde los habitantes, mediante la participación justa y equitativa en los beneficios y obligaciones de la comunidad puedan alcanzar el máximo progreso (Ministerio de Vivienda  (1978). Recuperado de http://www.minvivienda.gov.co/Ministerio/Normativa/Vivienda/Leyes/0061%20-%201978.pdf ); y la Ley 388 de 1997, la cual ordena la creación de Planes de Ordenamiento Territorial, y la cual se basa en el predominio del bien general sobre el particular, función social y ecológica de la tierra y el reparto de las cargas y beneficios. (Secretaria General de la Alcaldía Mayor de Bogotá D.C (1997). Recuperado de http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=339 ). Entro otras políticas.
 
Tanto la creación de Metrovivienda, como las 3 leyes anteriormente mencionadas, demuestra una preocupación por parte del estado para la solución del déficit habitacional, no desde la ejecución de proyectos de vivienda, sino como gestor, promotor de políticas, gestor de tierras, para que sean los mismos privados quienes ejecuten los proyectos habitacionales.
 
A pesar de estos enormes esfuerzos por parte del estado, las cifras demuestran que sigue presentándose esta problemática de déficit de vivienda. Las entidades privadas han concentrado sus esfuerzos y su capital financiero para brindar mayor oferta a los estratos socioeconómicos medios y altos, quienes finalmente pueden solucionar sus problemas de vivienda, mientras la población de estratos socioeconómicos bajos continúa sin solucionar la problemática. Se puede apreciar la cantidad de metros cuadrados construido en VIS y NO VIS en la siguiente tabla. (Ver tabla 1)
De acuerdo a la tabla, se puede apreciar que la diferencia de metros cuadrados construidos es bastante notoria, a excepción de los años 199 y 2000, cuando la VIS llega al 45% de los metros cuadrados construidos. Es importante mencionar, que si bien ha habido una mejora, aún hay deficiencias. De acuerdo al DANE, Censo del año 2005, el 36, 21% de la población mostraba déficit habitacional; frente al censo de 1993, el cual el 53,65% presentaba déficit. (Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Boletín Censo General 2005 déficit de vivienda (2005). Recuperado de http://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/censo/Bol_deficit_vivienda.pdf )
 
Además de la problemática de la poca oferta de vivienda, se suma el tema de la calidad de la misma. De acuerdo con Clemencia Escallón (2010), profesora de la Universidad de los Andes e investigadora de Gestión y Diseño de Vivienda (GIV), afirma:
 
            “(…) se reconocen 2 grandes comportamientos en este rango de vivienda. Por una parte,            no se ha generado el suelo urbano suficiente para los proyectos de viviendas y se ha          excluido casi al 70% de las familias  que presentan déficit de vivienda por cuanto no      tienen la capacidad económica para acceder al tope VIS establecido; y por otro, quienes         adquieren una vivienda VIS  o VIP  no obtienen un producto de calidad” (Pág. 17)
 
Tarchópulos y Ceballos (citados por Fique, 2005) afirman que “(…) el producto final es una ecuación en la que interviene el costo de la tierra, la densidad, el área del lote, y el costo de la construcción. La tendencia es a disminuir el área del lote, para aumentar densidad y reducir el costo de la tierra (por unidad). (…) El frente del lote también incide en la densidad: entre más angosto mayor densidad”
 
Tal como lo afirman Clemencia, Tarchópulos y Ceballos, que la solución de una unidad habitacional este directamente relacionada con la calidad cualitativa de esta. Por un lado está el déficit cuantitativo y por otro el déficit cualitativo. Es evidente que se le está dando prelación a la solución del déficit cuantitativo más que al cualitativo, en donde el resultado final de los grandes proyectos de vivienda buscan albergar la mayor cantidad de viviendas pro hectáreas sin importar las condiciones mínimas de calidades de espacios públicos, equipamientos y demás necesidades básicas que implica la construcción de grandes zonas residenciales, es decir, no hay una solución integral a la problemática habitacional del país.
 
Se concluye a lo largo del tiempo se ha evidenciado un deterioro en las calidades urbanas y arquitectónicas de los proyectos de vivienda. Proyectos que alguna vez ejecutó el Estado son merecedores de elogios, inclusive en la actualidad, como es el caso de los Edificios de la calle 26 o con Barrio Niza, por nombrar algunos pocos.
 
Ciudad Salitre, un gran plan urbano en Bogotá, es una clara muestra del deterioro urbano que ha tenido la ciudad. La propiedad privada, cerramientos con altos muros y rejas, prevalece sobre el bien público.
 
A pesar de los grandes esfuerzos del estado, mediante promulgación de leyes, Ley 88 de 1947, Ley 61 de 1978, Ley 388 de 1997 y Metrovivienda, se evidencia que la relación cantidad-calidad no estuvieran relacionadas, pues como se mencionó anteriormente se busca solucionar el deficit cuantitativo más que el cualitativo.
 
La promoción de la tierra urbanizable, los subsidios económicos otorgados a las familias de estratos más bajos y los diferentes convenios o asociaciones con las entidades privadas, no son suficientes si el Estado no toma el control en la regulación del costo del suelo, ya que al estar sujetas a las dinámicas del mercado, la economía, ocasionan que los precios de la misma vivienda suba. Si en los años 70’s sólo el 44% del costo total correspondía a la vivienda propiamente dicha y el 40% correspondían al terreno y su adecuación, es decir, que el restante, el 16%, corresponderían a los costos financieros y utilidades del constructor. En la actualidad estos porcentajes han podido variar, la adquisición del terreno y su adecuación ha podido aumentar y el porcentaje de la vivienda, propiamente dicha, ha podido disminuir.
 
En esta dinámica, sin lugar a dudas, los que llevan la peor parte son las familias de bajo recursos económicos, pues al no tener la capacidad económicas para obtener vivienda que deseen están sujetos adquirir la que el mercado les ofrezca, y ésta en su gran mayoría son de malas calidades tanto urbanas como arquitectónicas. A pesar que ha habido una mejoría, respecto al año 1993, y en la actualidad cerca del 30% de la población presenta déficit, lo ideal sería una cobertura total para la población colombiana.
 
Por lo tanto se hace necesario un cambio urgente en las políticas estatales en donde la preocupación está enfocada más a la parte social que a la económica. La solución del déficit habitacional no debe estar únicamente medida por la cantidad, sino también por la calidad.
 
No es indispensable que el Estado sea el ejecutor de los proyectos, pero sí es necesario que sea él mismo quien dicta las pautas, brinde mecanismos y los haga cumplir para que haya mayor control en los costos de vivienda y la población con problemas de déficit de vivienda tenga mayor cobertura, con mayores ofertas a un precio realmente justo y no sea las entidades privadas quienes saquen mayor provecho de la situación actual del país.
BIBLIOGRAFÍA
 
-          Escallón, C. & Rodríguez, D. (2010, Julio). Las preguntas por la calidad de la vivienda: ¿Quién las hace?, ¿Quién responde? Revista dearq 06. Pág. 6–pág. 19. Bogotá, Colombia. Universidad de los Andes.
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-          Escallón, C. (2011). La vivienda de interés social en Colombia, principios y retos. Revista de Ingeniería #35. Pág. 55–pág. 60. Bogotá, Colombia. Universidad de los Andes.
-          Pizano, E. (2005). Del UPAC a la UVR: Vivienda en Colombia 1970-2005. Bogotá, Colombia. Fundación Konrad Adenauer Stiftung y Pensamiento siglo XXI.
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